martes, 3 de marzo de 2020

[cinematógrafo] alegorías incel (sobre Beastars, temporada 1)

 


Beastars (primera temporada, 2019, dirigida por Shinichi Matsumi, animada por CG studio Orange, música compuesta por Satoru Kōsaki[0])

0. Beastars relata la historia de un adolescente que vive con angustia y ansiedad las presiones de la vida social del anteúltimo año en un colegio secundario japonés. excepto que no es literalmente Japón sino un mundo fantasioso poblado por animales antropomórficos. esto es, se visten con ropa humana, hablan lenguas humanas, etc. básicamente son todos bípedos con cabeza animal. por lo demás, el mundo en que se mueven es el del capitalismo tardío, saturado del imperativo individualista y la deificación del star system. de su naturaleza animal a los ciudadanos solo les queda su tamaño (y su atributos populares como destreza, tamaño y velocidad) y, digamos, su instinto. definir esto último es el problema mismo que la serie y su interpretación plantea, así que por ahora bastará con indicarlo.

el protagonista, Legoshi, es un lobo blanco que se enamora de una joven coneja enana, Haru. así como Legoshi se aísla y se escuda de las presiones sociales en un comportamiento hosco y retraído, Haru sufre cierto estigma por su promiscuidad sexual, del que también se defiende con algún tipo de aislamiento. El conflicto amoroso tendrá un polo individual, signado por el problema de los instintos y un polo social, signado por el problema de los prejuicios racistas. Ambos polos giran sobre conflictos de género y de raza. + Masculino + Predador (vs.) + Femenino y + Hervívoro.


1. es cierto que hay un trabajo de animación muy impresionante. para mí, de todos modos, lo mejor es la música, una serie de intensidades en clave de jazz que se ajusta muy bien a la propuesta o la constituye, en realidad. pero lo que vuelve, lo que insiste de esta serie es otra cosa, un ruido que considero ideológico y que despierta todo tipo de alarmas desde el primer episodio. y que no es la cuestión animal. aunque no me interpele, no tengo ningún problema con el fetiche bestialista. que hoy se distribuye bajo etiqueta furry. pero que ha sido un recurso fértil en la imaginación de todos los tiempos. por estos años, por ejemplo, lo hemos visto en Bojack Horseman, o en Duckman hace treinta, o en La espada en la piedra hace sesenta. hay allí una evidente fascinación con algo que no me voy a meter a analizar. en ese sentido, si somos sinceros, Beastars no es diferente de Zootopía. acaso, sí, más explícito, más honesto.

2. el hallazgo en Beastars es, en realidad, una fórmula muy sencilla. se trata de articular el mismo tema dos veces. primero literalmente y luego, sobre el mismo mapa (los mismos cuerpos, las mismas acciones) efectuar una representación simbólica. pero insistamos: una representación que simboliza lo mismo dos veces. como una calavera dibujada en el cañón de un barco de guerra: la muerte sobre la muerte. así, en este animé la oposición depredador (carnívorx) / presa (herbívorx) constituye una alegoría sexual. pero que se articula simbólicamente sobre la misma idea representada en términos literales[1]. entonces, Legoshi, al ser masculino y carnívoro, es doblemente masculino. Haru, doblemente femenina. y su relación, por cierto, doblemente heterosexual.




3. la encrucijada para Legoshi consiste en la dificultad de congraciar su animalidad-sexual con su interés amoroso. ¿cómo congraciar la afectividad del amor con la naturaleza predatoria de la masculinidad? etc. aquí empieza el análisis, puesto que, si prestamos atención solamente a la dimensión alegórica ¿qué premisas implica para sus identidades el mundo representado? en primer lugar, que la masculinidad es predatoria. y eso es algo que durante estos años, aprendimos de las feministas a leer con ojo crítico: el mito de la masculinidad predatoria debe ser erradicado, por el bien de todxs[2].
 
y si seguimos prestando atención a las premisas simbólicas, pronto se observa una combinación de ideas y miedos que conforman no otra cosa que el corazón del fenómeno Incel




5. en definitiva, el juego simbólico funciona en dos sentidos. por un lado, claro, hay personajes +carnívoros +femeninos (aunque para matizar esto, Juno -una loba blanca- llega a afirmar que "las mujeres odian pelear") y +herbívoros +masculinos. esto ayuda a reducir la tensión porque en algún grado bloquea la bajada de línea que identifica lo masculino con el impulso predatorio y la trágica condición de los varones que intentan reprimir su naturaleza en un mundo asediado por feministas que no los entienden. pero por otro lado, y al mismo tiempo, tal planteo sí está legitimado en el guion y en general en la serie de accidentes y aventuras que vive Legoshi. basta revisar con atención la relación entre el joven y su interés romántico: lo que hay es, llamémoslo así, un drama-incel. sus características típicas: un varón con un mundo interior rico, complejo y sensible (virtudes que no son apreciadas por nadie) que observa impávido cómo la chica de la que se enamora elige estar con otro varón exitoso y admirado y que, sin embargo, es una peor persona, siempre desde una lectura ética más o menos maniquea. este varón será inexorablemente empujado contra su voluntad a abrazar una dimensión agresiva y violenta.

algo similar ocurre si prestamos atención a los conflictos de Haru. castigada por aceptar y ejercer su sexualidad, no obstante, las que son representadas como figuras desagradables u odiosas son esas otras conejas puritanas y envidiosas, no la propia Haru. se trata de un amague progresista. en este punto Beastars pareciera jugar la carta de algo así como una perspectiva woke. pero luego del amague, el viejo tópico de la hembra-víctima-indefensa desprovista de toda agencia la remite a un lugar tradicional y decadente.

6. entonces, resumamos las asociaciones/articulaciones. serie 1: masculinidad-animalidad-sexualidad-predatoria-violencia. serie 2: femineidad-animalidad-sexualidad-presa-víctima. en ambas cadenas, el factor común es la animalidad. la animalidad funciona como habilitante: permite pasar de masculinidad a violencia, sin asumir que se está hablando de los seres humanos (y que por lo tanto estamos haciendo la vista gorda a la violencia machista como lo que es: un fenómeno exclusivamente cultural e histórico). en esto no soy original ni sorprendo a nadie: la remisión a la naturaleza (a la animalidad, al "instinto", etc) es moneda corriente para razonamientos incels (o para los boomers como yo: razonamientos machistas). se explican o, peor aún, se disculpan comportamientos posesivos y violentos justificándose en un patrón binario original teóricamente observable en la naturaleza, ignorando que la totalidad de la existencia humana es social. esto es, ignorando desde Aristóteles en adelante.

entonces, para volver sobre el texto: ¿qué siente el Legoshi por Haru? deseo, insoportable, overwhelming, sexual-predatorio, por el cuerpo de la coneja. pero también, por otro lado, afectividad directamente ligada a una identidad, a una individualidad. ¿no es esa la historia que cuenta el maravilloso opening? el deseo de abrazar y bailar bonachonamente como un buen amigo con la coneja de día, y por la noche perseguirla, cazarla, "comerla". ¿no es esa una alegoría completa de los dos polos del amor del macho?

así pues, el animalismo puede tener su lado inocente, vegano, o fetichista pero sin duda también puede servir para camuflar un costado regresivo y sencillamente misógino. y esa sensación ambigua deja Beastars aunque -justo es notarlo- más o menos por la mitad, la serie hace un giro sobre sí misma y comienza a leer en sí misma esta idea, y a problematizarla, a veces de manera notable.



en esos últimos capítulos tuve que revisar estas atropelladas notas porque sinceramente la serie juega un juego de escondidas. propone y suspende. con todo, al final del día, lo tomo como una limitación mía: aún cuando noto cierta lectura crítica, la misma no anula un goce claro en la imagen y la palabra, respecto de las premisas misóginas y retrógradas que sostienen el arco argumental en general.



[0] el texto base es un Manga homónimo con más de 150 números compilados en 17 tomos. Por lo pronto me limito a leer solamente la serie animada, y solamente la primera temporada.

[1] las captions fueron elegidas con el criterio de defender esta lectura, o en todo caso mostrar que no es para nada una lectura arriesgada. puedo aprovechar para mencionar que, en ese sentido, son tendenciosas y para nada una buena muestra de la totalidad de lo que se puede ver (¡no todo el tiempo todo es tan cringy!).

[2] nota al pie para mis hermanos, co-decadentes onvres: desde luego, liberarse del imperativo predatorio/agresivo/posesivo es o debería ser una prioridad absoluta para quien quiera pensar en formas aceptables de la masculinidad para el tiempo que viene. y quiero insistir en la palabra libertad, pues en esta dirección solo hay vida para ganar, y nada que perder. ¿quién puede aún dudar de que la necesidad de demostrar esos supuestos instintos predatorios es hoy una de las cárceles más asfixiantes para los varones? ¿quién puede no intuir el espectro indeterminado y generoso que parece abrirse, acaso, para lxs jóvenes que por fin se saquen de encima a mi generación conflictuada pero paralizada y ya libres de nosotrxs empiecen a probar y disfrutar esas otras masculinidades con el historial fresco y un optimismo cabal?









No hay comentarios: