Jorge Lucas: El Cazador de Aventuras #1 a 66 - primera, segunda y tercera época - 1992, 1995-1999 y 2000-2001.
Hace unos meses, hablando de un libro de Mariana Enriquez propuse que El Cazador era una de las mejores representaciones de la imaginación de los noventa. Mirando ahora la ficha técnica descubro que cumplió el ciclo casi exacto. nació poco después de instalada la convertibilidad, y su último número salió a la calle en diciembre del 2001.
La revista, por si alguien aún no la conoce, relata las aventuras de un poderoso superhombre que vive en una iglesia abandonada cerca del barrio ejército de los andes (Fuerte Apache). Con el correr de los números se irá descubriendo una historia ancestral que mezcla mitologías europeas y americanas cuyo vástago maldito es esta especie de inmortal inmoral.
El problema con la noción de anti-héroe es que ha sido usada con tanta ligereza, que pareciera que cualquier desvío del Superman de 1945 es un anti-héroe. Entendamos mejor: El cazador de aventuras es, hoy, impublicable. No por el argot -la lograda batería de insultos suburbanos- sino, sobre todo, por el nivel de misoginia (que frecuentemente desborda en violencia de género, violaciones o femicidios). Leer de un tirón todos los números permite ver una evolución en ese sentido. El primer cazador, alucinado por algún tipo de delirio místico acaso católico, sale de su guarida a enfrentar seres infernales que la sociedad está aceptando en su seno sin darse cuenta de lo que hace. El último cazador sólo sale de su casa para cumplir con alguna tarea de mercenario. O bien se ve obligado a masacrar algún contingente porque le arruinan las vacaciones, etc. También es cierto que progresivamente la revista fue perdiendo su justificación y de a poco se va convirtiendo en una especie de show permanente o itinerante de invitados. Me parece que lo mejor se agota en los primeros treinta y siete números. Allá por 1997, una seguidilla en la que vemos a cazador en marte, cazador casado, cazador padre, cazador Nippur y Hércules, para terminar con una especie de Ragnarok paratemporal, podría funcionar como cierre con bastante elegancia.
En cuanto a su estructura narrativa, El cazador de aventuras avanza siempre en equilibrio entre el género y su parodia, o más bien al revés. Algo así como el género en ruinas viendo el despertar continuo de sus motivaciones originales, que se estrellan impotentes contra la barbaridad catastrófica del capitalismo tardío. las intenciones de Superman se ahogan constantemente en la villa del menemismo. Eso produce dos voces que juegan una contra otra logrando escenas muy divertidas (y finalmente cansando):
Las ventajas del modelo dantesco de representación son sencillas y eficaces. La monstruosidad del héroe no disminuye en nada la monstruosidad de sus adversarios, de sus camaradas... de sus víctimas. monstruos entre monstruos: Menem y Maradona, un demonio ancestral y una abominación genética de tres cabezas, Graciela Alfano y Adrián Suar, Super Hijitus (como una especie de animal enorme adicto a los esteroides, corrupto y homosexual), Mauro Viale y Jacobo Winograd, las Spice Girls y el gordo que atendía la comiquería en aquellos años... la galería se sucede en orden caótico como un bestiario sin salvación ni redención. el cazador de aventuras nos cuenta la historia de un héroe que lo es, no por sus contradicciones, sino por ser aquel que destruye el mundo que, lo sabemos (lo sabíamos en los noventa), merece ser destruido.
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