Vonnegut, Kurt (2017 [1959]) Las sirenas de Titán. Buenos Aires, Minotauro/Planeta.
Vonnegut publicó esta, su segunda novela (creo) a los 37 años. Habían pasado catorce años desde que sobreviviera al bombardeo criminal de su propio país en tierras teutonas donde estaba prisionero. Faltaban aún diez años para que construyera con aquella historia, la célebre Matadero V. Es este, pues, un joven Vonnegut y la impresión que da es la de alguien que intenta respetar las reglas del género pero que se le escapa su propio, incipiente estilo por los costados. Trata de escribir una novela de Ciencia Ficción pero le sale "mal", digamos, en el sentido en que Bloom afirmaba que el arte avanza cuando una influencia es mal copiada. Es también un Vonnegut nuevo en el mundo literario.
En esta novela hay un tralfamadoriano, aunque si no recuerdo mal, no se parece en nada a los de Matadero V y su desfasada (¿o superfasada?) intraducible o irreductible experiencia del tiempo. El que sí vive una experiencia así es Wilson Niles Rumfoord, que ha caído en un extraño fenómeno cósmico (un "infundíbulum crono-sinclástico") y se ha desplegado en el tiempo como un acordeón en el espacio, viviendo al mismo tiempo en todo el tiempo, con las deformaciones sintácticas que le conocemos a este tipo de procedimientos. Todo lo que fue será siempre y todo lo que será ya ha sido siempre. La idea, más o menos así, aparece ya en esta novela. Será la estrategia formal-argumentativa en Matadero V.
Pero a Vonnegut no parece importarle demasiado el desarrollo posible de tecnologías, la producción de nuevas formas de vida y existencia con y contra seres extraterrestres, etc. El tema de Las sirenas de Titán (y de a ratos llega hasta a la redundancia) es el absurdo, estilo Camus. Aprender a vivir sin el sentido, o extinguirnos bajo el peso de este o aquel dios. Pero de manera muy amable la novela presenta el asunto a lo largo de las despiadadas, desgraciadas aventuras de Malachi Constant, que conocerá la distopía apática del dandy en un mundo decadente, pero también la distopía paranoide de una dictadura tecno-hipnótica en marte, y finalmente la distopía existencial de la extensa vida casi solitaria en un páramo galáctico. Entre otras distopías.
El encadenamiento entre las distintas dimensiones de la novela es brusco, acaso desprolijo. Como si Vonnegut hubiera encastrado como pudo media docena de ideas que justificaban -cada una- la escritura de una novelita de ciencia ficción. Pero en esa desprolijidad se siente ya la marca que lo hace un autor tan particular. Intenta seguir las reglas, rompe todo, hace algo mucho más interesante. Nada que lamentar. Excepto, tal vez, el uso de algunas fórmulas o figuras literarias que son poco más que lugares comunes.[1]
Lo que sí funciona extraordinariamente es la articulación entre el desamparo cínico de un narrador desapegado, con una serie de ideas-fuerza más o menos especulativas. Schopenhauer nunca es nombrado, pero se plantea que las naves tralfamadorianas utilizan el combustible más poderoso conocido, la Vuls (Voluntad Universal de Llegar a Ser cfr. 108). O la patética invasión marciana, o las criaturas de mercurio que se alimentan de música. Todo es grandioso y extravagante, y al mismo tiempo (o tal vez justamente debido a que) es simplón, burdo. Una aleación de cuatro novelas de ciencia ficción de dos pesos con cincuenta que da como resultado una divertida reflexión sobre la angustia, o una angustiante reflexión sobre la vida.
[1] Cito solo una: en una escena sobre el final del libro Malach se va a encontrar con alguien con quien está enojado. El narrador dice entonces algo así como que "se preparó para rechinar los dientes" y luego, sorprendido, no los rechina, y se queda con cara de opa. Ya bastante difícil es entender qué es realmente "rechinar los dientes". Menos aún "prepararse" para rechinar los dientes. Diviértase el lector ahora: prepárese para rechinar los dientes, y luego intente rechinarlos aprovechando la preparación.
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