martes, 8 de marzo de 2016

[feed] [cinematógrafo] variaciones acerca de la soberanía / sobre el universo fílmico de Marvel


Iron Man (Jon Favreau, 2008)
The Incredible Hulk (Louis Leterrier, 2008)[1]
Iron Man 2 (Jon Favreau, 2010)
Thor (Kenneth Branagh, 2011)[1]
Captain America: The First Avenger (Joe Johnston, 2011)
The Avengers (Joss Whedon, 2012)
Iron Man 3 (Shane Black, 2013)
Thor: The Dark World (Alan Taylor, 2013)
Captain America: The Winter Soldier (Anthony y Joe Russo, 2014)
Guardians of the Galaxy (James Gunn, 2014)
Avengers: Age of Ultron (Joss Whedon, 2015)
Ant-Man (Peyton Reed, 2015)

Además de las diez películas, miramos los cinemasins correspondientes. Los caprichosos, arbitrarios, injustos pero necesarios cinemasins.

Pocos días o semanas antes, había visto las producciones de Netflix, Jessica Jones y Daredevil. De manera que sólo me quedaron afuera, del MCU, lo correspondiente a las producciones para televisión (hasta ahí llego, no me atrevo a dar ese paso, aunque me gustaría saber, por ejemplo, qué pasó con el agente Coulson, interpretado por el ex-marido de la ex novia de Seinfield en las nuevas aventuras de la vieja Christine... en fin, uno de los mejores actores de la saga[2]). 

Un proyecto estandarizado hasta el límite [3], una iteración que busca darse sentido a sí misma en la serialización (hasta ser un género). Y que lo logra, dando un ejemplo que la competencia se ha apurado a imitar (lectura que tomo prestada de Canta y comparto, si bien a mí las X-men no me parecieron inferiores en términos generales a las Marvel/Disney -es decir, las más importantes del MCU). Estructuras narrativas relativamente sólidas, que se sostienen a fuerza de pecadillos que -y esto es lo que importa- son exactamente los pecadillos de las revistas de las que han salido[4]. Digamos en todo caso que los prejuicios (justificados o no, no me importa) de los guionistas de Marvel, han encontrado su reproducción en las adaptaciones de Disney: particularmente aquel que reza que el consumidor no tolera más de diez minutos (o cinco páginas) sin algún tipo de tensión física (misiles, trompadas, caídas, choques, gritos). 

Es lo mismo que sucedía al comparar Watchmen (Alan Moore, 1986, DC) y Civil War (crossover del universo de Marvel a cargo de Mark Millar durante la segunda mitad de 2006[5]). Ambas historietas (como todas las historietas de super-héroes americanas desde el ocaso de la guerra fría y el terror nuclear) encaran la pregunta agambeniana por excelencia[6], pero Moore no accede a las premisas del género (sus directivas, sus prejuicios), mientras que cada tomo de Civil War, y cada tomo de cada historia cruzada por Civil War cumple a rajatabla con la regla de condimentar cada peligrosa secuencia de diálogos con una buena sesión de golpes y disparos láser.

En algunas ocasiones, la imposibilidad de mencionar temas o cuestiones cuyos derechos han sido cedidos, da resultados lamentables. la peor de todas es la (no) explicación de dos personajes como Pietro y Wanda Maximoff (compite con la -no- explicación de la resistencia de Jessica Jones al poder de Killgrave). Al no poder decir que son mutantes, al no poder relacionarlos con Magnetto, etc. los contornos de los personajes resultan borrosos, inestables, y con ellos, la cohesión del guión. Existe el evidente riesgo de que este pecado arruine por completo la próxima a estrenarse Captain America: Civil War [7]

Finalmente, hay que señalar que existe una especie repetida de prejuicio que parte de la idea de que las películas de super-héroes sólo convocan a la audiencia a condición de presentarles "orígenes". Pues bien, de las doce que conforman el MCU, hasta ahora, cinco son de orígenes "puros", y una es una especie de híbrido entre película de orígenes y de desarrollo de personajes e historias (Avengers)[8]. Es notable que Hulk escape de la regla (pero entendible, ya que otros estudios/actores/directores habían entregado ya dos películas de Hulk en los últimos diez años). Del otro lado nos encontramos un combo incómodo, insuficiente. Si, por un lado, Thor: Dark Reign insiste y agrava todo lo que en Thor ya no funcionaba, por otro lado, Captain América: Winter Soldier se despega de todas las introducciones y ataduras estructurales de First Avenger para construir una trama paranoico-apocalíptica que, posiblemente, sea lo más sólido de toda la saga. Las secuelas de Iron Man no aventajan ni se opacan frente a su primera aparición[9] y lo mismo podríamos decir si comparásemos las dos Avengers. Sólo resta especular, pero pronto podremos sacar más conclusiones. Marvel ha recuperado Spider-man, y todo indica que no será un origins. Junto con Civil War, serán la prueba de fuego de la estabilidad del MCU.




PS del 28 de mayo: 

Recién vuelvo de ver Civil War 
Poco que agregar a lo dicho. Es cierto que este parece ser el mejor Spider-man, y que son muy entretenidas las peleas. Agregaría que me da la impresión que están sentando las bases para un House of M (sin Wolverine ¿cómo será eso? ya veremos. Por otro lado, si le dan tiempo a Spidey...).

En El camino de Ida, el narrador de Piglia hace una serie de reflexiones sobre la cultura americana. Plantea que los tipos padecen una fundamental incapacidad de plantear lecturas políticas de los fenómenos sociales. Que está bloqueada la intervención colectiva organizada: el sindicato, el grupo de estudiantes, etc. Todo reside y se enfoca sobre el aspecto individual: sos vos contra el mundo y tenés que resolver tus problemas. Por eso cada fin de mes alguno lleva semejante idea a su conclusión más simple y lleva la metralleta a la escuela.

Bien, el problema con esta película no es tanto que la hayan modificado, sino que la individualizaron y la despolitizaron. De un rico conjunto de intereses contrapuestos y concepciones acerca del alcance de la ley, la soberanía y el poder, se llevaron los conflictos al nivel de venganza personal (la del pibe de Los educadores, la de Tony, la de T'Challa). Una tristeza, de la que no se puede volver atrás ahora (hasta daría la impresión que van a jubilar a Steve Rogers para no tener que enfrentarse a un incómodo mundo con él vivo y la ley de Stark aprobada). Como consecuencia, los argumentos parecen todos un poco forzados, las actitudes también.

No me gustó nada lo que hicieron con T'Challa. Impulsivo y manipulable, casi un títere por momentos.



[1] The Incredible Hulk (Louis Leterrier, 2008) y Thor (Kenneth Branagh, 2011) decidí saltearlas, por estar casi seguro de haberlas visto por completo, cosa que confirmé al mirar sus cinemasins.
[2] Y, por cierto, en esto tienen razón los de cinemasins. Es realmente un fastidio ese chantaje, y no es el único.
[3] El dato más claro es que todas las películas duren lo mismo. Como si cada historia pudiera o debiera ser contada en la misma cantidad de tiempo que las otras. 
[4] Jessica Jones es una clara excepción sobre cuyas versiones audiovisual e impresa ya escribí suficiente, creo.
[5] Un crossover es una historia que entrelaza lugares, personajes o eventos de diferentes historias. Al crear universos con tantas historias autónomas, DC y Marvel encontraron un terreno fértil para los crossovers. De allí que sea tan difícil de digerir la falta de algunas de las mejores consecuencias de esos crossovers impresos, al adaptarlas a la pantalla (la ausencia de Spider-man y los Fantastic Four en los eventos del MCU es un ruido mudo que ensordece) y a su mundo de absurdos derechos de reproducción.
[6] Es decir, la pregunta sobre lo sacer en la sociedad, y sobre el campo de concentración como paradigma de nuestra civilización, tal como se puede leer en todos los tomos de Homo Sacer, y particularmente en el segundo, Estado de Excepción. Tal vez sería más justo escribir "la pregunta schmitteana" pues es con el jurista filonazi con quien discute la obra del italiano.
[7] La versión original de esta reseña es de marzo de 2016. Poco tiempo después fuimos a ver Civil War confirmando, en significativa medida, esos temores. 30/09/16
[8] Hoy tendríamos que agregar una película de desarrollo (Captain América III: Civil War) / 30/09/16
[9] Excepto por un detalle que no es menor. Lo que en la primera Iron Man es un vomitivo despliegue de orientalismo y arabofobia, en Iron Man 3 es un ácido baño de humildad respecto de esa misma mirada imperialista. Recordamos: los enemigos en esta ocasión no son más que unos seculares príncipes de la burguesía laica, que buscan sacar pingües ganancias del miedo y la prepotencia del imperio ante lo diferente -musulman-, burlándose de tal mirada, y diciendo mucho de la fácil manipulación de los que la admiten.

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