viernes, 18 de diciembre de 2015

[feed] magias del relato



G. I. Gurdjíeff, Encuentros con hombres notables. Caracas, Ganesha, 2000.

Cuando, en 1949, murió George Ivánovich Gurdjíeff, ya había negociado la publicación de la primera parte de su trilogía, u obra filosófica en tres tomos, que llamaba "Del Todo y de Todas las cosas". Encuentros con hombres notables es la segunda, que me fue regalada en mi casamiento por alguien que, sospecho, estima mucho las enseñanzas de Gurdjíeff.

Naturalmente, desde la introducción se ponen en alerta todos mis prejuicios. Pero los regalos se leen, y más cuando vienen tan cargados de afecto. Al principio pensé que no lo iba a lograr consumir, el olor a gurú new age me tumbaba. Por ejemplo, cuando explica de qué va el libro, habla de (algo así como) los sucesos que contribuyeron a constituir mi individualidad actual. Así, en cursiva, como quien sugiere que está usando concepto crucial, como quien remite a la obra completa. La cosa venía peluda.

Sin embargo, pronto descubrís que se trata de una colección de relatos y de aventuras. Salpicado aquí y allá, es cierto, de "conocimientos" y "sabidurías" y todo tipo de pretensiones, pero cuyo ruido no opaca, sin dudas, el entretenido volumen. Al principio pensé que se lo iba a tener que recomendar a Vandal, a Goriot, tal vez a Rolo, a Chopin, es decir, a toda esa gente que se babea en cuando lee cosas como "Transcaspia", "derviches" o "Bey". Pero luego de haberlo completado puedo afirmar que es entretenido para cualquiera que le gusten los cuentos y relatos de viajes, picardía y aventuras. 

La colocación genérica es ambigua. Una especie de relevo del señor Gurdjíeff de lo que fueron sus grandes maestros, sus primeros afectos y enseñadores. El padre, el primer maestro, etc. Sin embargo, las afirmaciones llegan a tal punto de exageración, que es imposible tomar seriamente todo el asunto, ya sea porque Gurdjíeff sazona sus aventuras, ya sea porque su cerebro estaba sazonado de un poquito de psicosis.

Como su pensamiento no me interesa, y mucho menos psiquiatrizar el texto, lo leí con mucho placer como relato de viajes y aventuras, principalmente por la Rusia imperial oriental, Armenia, y varios de esos países que terminan en "kán", además de India, Egipto, donde, como todos sabemos, la magia es más fuerte.

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