martes, 8 de marzo de 2016

[corpus] [cinematógrafo] Dioses, detectives y héroes. Género, adaptación y lógicas de los mundos. Parte II: Alias


Alias #1 a #28 (2001-2004) Brian Michael Bendis (guión) y Michael Gaydos (ilustraciones).

Un bello y prolijo policial negro organizado en cinco arcos argumentales, protagonizados por Jessica Jones. Con una cantidad importante de referencias a Chandler que, fatalmente (lógica de la industria cultural), derivan en homenajes y explicitaciones. 

La serie de casos que Jessica va resolviendo (en la que se turnan la corrupción política, los desmanes autoritarios parapoliciales y la perfidia del periodismo amarillo) se articulan uno tras otro junto a su malograda historia personal. También en esto se cumplen a rajatabla las reglas del género. Jessica tiene un pasado oscuro, un estricto código moral de boy scout[1], una agenda con los contactos adecuados y mecanismos de defensa eficientes para alejar aquello que la comprometa afectivamente. Sus amargas, culpógenas aventuras sexuales, más o menos entumecidas por el alcohol, no obstante, conducen a un juego de amor (en el sentido de jugarse, de ponerse en juego por un amor) que concluye, con fuerte carga emotiva, las historias. Inmediatamente anterior a ese juego de amor, los orígenes de Jessica, de sus poderes, de su personalidad, de sus mayores miedos, son resueltos en los cuatro números finales, #24 a #28. 





Desfilan por Alias, como personajes de tercer orden, figuras del rango de Peter Parker, Steve Rogers, el Hombre Hormiga (uno de ellos) y la mujer araña (dos de ellas). Y, como personajes secundarios importantes: Carol D'anvers, Luke Cage y Daredevil. Entre 2004 y 2006 unos 14 números con el nombre The Pulse, también guionados por Bendis, continuó la historia de algunos de los protagonistas, incluyendo a Jessica.

Creo que vale la pena mencionar un parecido bastante notable con la estética vista en muchos de los números de The Sandman (respecto de Sandman ver la reseña anterior):



El esquema y el color de los ojos, en el segundo panel de esta última página, en blanco sobre negro tal como en los rostros más desesperados imaginados por Gaiman (en ambos casos, las oscuridades en la cara y sobre todo en los ojos resumen, o mejor, repiten, el juego de sombras que constituye el diseño general).



Y por otro lado, las portadas parecen casi un homenaje con su juego de collage onírico y antropomorfismo siniestro:






Parece que la primera imprenta contratada para Alias #1 se negó a imprimir el número por representar sexo interracial. Al respecto, y repitiendo paralelismos imaginarios ya mencionados: esta graciosa caricatura presenta un Alan Moore de paint asegurando que no está del todo bien que Jessica Jones se castigue a sí misma haciéndose penetrar analmente por un negro grandote.

Independientemente de lo que nos divirtamos con el asunto, la hipótesis que se sostiene en esa caricatura (creada por un blogger que se hace llamar Reed Beebe) es acertada: el lenguaje, los problemas, las dinámicas de Alias responden en integridad al género elegido, que es el policial negro, muchas de cuyas reglas son contrarias a aquellas que rigen el funcionamiento de la historieta canónica de superhéroes (compárese, por ejemplo, Alias, con la proliferación incoherente de peleas absurdas e inconducentes a lo largo del arco completo de Civil War, por lo demás, notable historia. 

Pero eso, bueno, ya es otra historia.

[1] "Raymond Chandler, un poco celoso de la heroificación que de Marlowe hacían sus admiradores, llegó a decir que tenía 'la conciencia social de un caballo'. Lo cierto es que su moral es bastante primaria. En 1958 cuenta cómo una mujer (malévola, como todas) arroja una colilla fuera del auto, estacionado en las montañas. Marlowe se baja del auto, lo apaga con el pie y dice 'Esto no se hace en las montañas de California, ni si quiera fuera de temporada'. La moral de un boy scout.
 Es esa moral, precisamente, la que lo coloca entre un lugar intermedio, a idéntica distancia de la policía y del mundo del delito. Y esa moral, finalmente, es la contracara de su radical soledad." Daniel Link, "Historia particular de la infamia" en Daniel Link (Comp.) El juego de los cautos, Ed. La Marca, Buenos Aires, 2003, p. 114. El libro completo está disponible en Bibliofyl.


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