Paula es una buena opción para renovar caras cuando pensemos en la nueva o "joven" literatura local. Escribió un par de novelas y guiones televisivos. Ha actuado en algún film y también ha publicado estas obras que en su momento dirigió, comisionadas o premiadas por mecenazgos institucionales de esos que hay en Buenos Aires para quien sepa aprovecharlos. En estas tres obras dirigió en distintas combinaciones a actores y actrices como Esteban Bigliardi, Lamothe, Ferro, Gamboa y Susana Pampín.
Las tres obras parecen surgir de una especie de sainete aggiornado y desembocar irremediablemente en lo violento del absurdo. Muy recomendable: por la inteligencia y por el sofisticado juego estilístico. Particularmente interesante para llevar al aula, con el acompañamiento de la lectura del docente (puede ser un poco demasiado para lxs pibes).
Los renovadores del teatro argentino no se han retirado, pero bueno es que aparezcan estxs jóvenes listxs a serrucharles el piso. Algo que tiene Paula es que encara con naturalidad orgánica el acontecimiento de la diversidad: sexual, de géneros, de identidades. Puede funcionar sin introducción, como suplemento, como parte de un dispositivo de representación, pero también puede aparecer como tema. O ambas cosas. En el primer caso, lo particularmente notable es que género e identidad son siempre resultado y proceso de relaciones más o menos estructurales (y no el eterno debate secador de mentes sobre la determinación o la libertad). Los elementos (los personajes, sus características) se inter-determinan según salen al encuentro del universo, siempre a través del motor de un deseo indeterminable, inmanente, sin nombre. Los viejos axiomas del abuelo Copi (-¿Me prefieres como hombre o como mujer? -Con anteojos, como hombre. Con peluca, como mujer.) incorporados ya en la cotidianeidad, sin épica (he ahí: la revolución). El final de Fauna es una espiral en que los distintos agenciamientos interpersonales se revelan experimentales e inconsistentes, se renuevan, se replican y en la sustitución de cuerpos aparece un nuevo sentido (ahora, sí: el de la diversidad como presencia, como escenario, como teatro mundi).
Este juego de inter-relaciones se articula en paralelo con un juego de saberes en que los diálogos muestran desconocimientos (el personaje X confunde o desconoce Y) pero presentados de manera tal que el espectador comparte temporalmente esos momentos de falso reconocimiento o sencillamente, de confusión. El resultado, luego de la vuelta de las pequeñas revelaciones y los humildes extrañamientos, es un efecto de incertidumbre que cubre como un velo cada escena, cada personaje, cada drama.
Eso parece ser lo que da el tono al teatro de Paula: la incertidumbre como condición de la experiencia, fuera de registro, fuera de género.
Para conocer/echar un vistazo, recomiendo Algo de ruido hace. Pero las tres obras tienen lo suyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario