viernes, 11 de diciembre de 2015

[feed] [cinematógrafo] Políticas e la exposición / sobre Love, de Gaspar Noe



Love (Gaspar Noé, 2015)

1. En el Gaumont, luego de presentar la película, Thierry Fremaux dijo que no íbamos a poder tener una charla después por una cuestión de cronograma, pero que la dejaban para el día siguiente, porque esta película nos produce necesidad de hablar. Por su parte, Noé se declaró emocionado por poder tener a su padre en la sala (¡el muy perversito!) y luego afirmó que este film era lo más parecido a la vida que él y sus amigos llevan en Francia, y que la vida es así, con drama y llanto.

2. Podríamos ir sencillamente a la RAE, donde se nos indica que coloquialmente "porno" remite a lo obsceno. Definición ambigua que habilita el uso paquete de las señoras ofendidas ante cualquier cosa. Porno: lo que me ofende. No nos alcanza. Podríamos recordar los viejos criterios televisivos: de día, tetas y culos encorpiñados. De noche: tetas y culos sin corpiño, vaginas de perfil y sin vello. Penes, no, excepto por necesidades artísticas (y en ningún caso erectos). Por fuera de eso se entraría en el dominio porno. Podríamos, finalmente, imaginar dos protocolos de lo erótico, uno explícito y otro implícito. El primero sería soft y el segundo porno

Lo interesante es que, cualquiera sea el criterio seleccionado, tendría como punto ciego justamente aquello que conforma el protocolo: las políticas de exposición. Cualquiera sabe que el vello púbico era prácticamente obligatorio en el porno de hace cuarenta años, y que fue progresivamente exiliado con la misma rigurosidad. Por otro lado, al contrario de lo que suele suponerse, rara vez el "canon" del porno tuvo como consigna la exposición absoluta. Por ejemplo: la cámara que simula estar dentro de una vagina en Love sirve para dar cuenta de ese punto ciego (que por otra parte es ya un lugar común viejísimo en el hentai). Por otro lado, una película en la que se practican como diez cunnilingus, y sin embargo no se ve ni un par de labios vaginales abiertos. Pero sí se ven muchas lenguas entrando en bocas, y una verga entrando en una boca. Es decir, existen reglas, aunque no sean morales. Existen patrones de conducta y visibilidad, y todo ello desborda la pregunta por el encuadre.



Además, ¿consideramos al porno una técnica o un género? En el primer caso, se podría re-utilizar y modificar. En el segundo, se podría suspender, ampliar, o jugar con sus límites.

Entonces, más allá de una apresurada taxonomía que nos otorgue el dudoso beneficio de catalogar Love como porno (o no), creo que es interesante la idea de un producto que genera una pregunta. En definitiva, el guascaso 3d es un truco de la más superficial banalidad. Y sin embargo, quién pudiera poner una cámara en el cine en ese momento, pues da la impresión de que Gaspar Noé quisiera devolver al cine lo que en él vieron los vanguardistas, lo que allí imaginó también Benjamin. El cine como acontecimiento, como experimento social. Todo lo contrario del espectáculo.

Lu dijo que en las escenas de sexo, la gente hacía aún más silencio (excepto, por supuesto, por las incómodas risas exageradas que acudieron en ayuda cuando la travesti acercaba su pija a la cara del protagonista), y que cuando esas escenas terminaban, había como un resoplido, una relajación. Es decir, que nadie quería demostrar que una escena lo ponía incómodo, que es raro ver lo que estás viendo cuando tal vez tu brazo esta rozando el brazo de un desconocido, o peor aún, de un conocido. Yo a esto lo llamo experimento, y hacía mucho tiempo que no veía cosas así. Toda la ¿discusión? acerca de la supuesta violación implícita creo que puede y debe leerse en este sentido: sabemos que Gaspar Noé nos reserva sorpresas sensacionales y repentinas, sabemos que le gusta golpearnos, ponernos nerviosos y tirarnos algo, siguiendo el principio de tensión y distensión que maneja tan bien. Y a esta altura, también él sabe lo que sabemos, juega con nuestro juego, espera nuestra espectativa. De allí que si estamos viendo una película de Gaspar Noé, y hay un tipo en bolas en una bañadera, y aparece el hijo, se nos ponen los pelos de punta. Y Noé lo sabe, y juega con esos nervios, experimenta con ellos. Nos devuelve el miedo de no saber hasta dónde se va a llegar, porque estamos acostumbrados a conocer de memoria los límites de cualquier género, de cualquier evento cinematográfico.

Aunque mientras escribo esto pienso que debería animarme a llamarlo experiencia. Experiencia-cine. Puesto que en rigor, el terror y la comedia son los experimentos (cuyo resultado previsible, se cumpla o no, es el miedo y la risa). Experiencia: porque no se pretende un resultado específico acorde a una combinación ya probada de variables. Creo que esto es lo más destacable de la última película de Gaspar Noé, y creo que hay algún resultado loable allí.



3. Quitando esa dimensión, se pueden afirmar varias cosas de Love como producto narrativo y audiovisual. Primero: Que ha vuelto el narrador, con el que Noé demostrara en Seúl Contre Tous (1988) lo que se podía hacer con un viejo pero siempre radical recurso. Segundo, que hay una americanización (en el idioma, en los actores, en los títulos) que no le hace nada bien al cine de Noé. Hay algo del orden del rencor y del fastidio que, hasta ahora, no he podido ver nunca cuando se lo quiere trasladar a un formato anglosajón. Su diccionario es diferente. Protestante, puritano, maniqueo, el inglés no puede dar cuenta nunca de la insidiosa crueldad, gris y roja, anonadada y explosiva, con la que Philippe Nahon nos pegaba a la silla durante una hora y media. Tercero, que se vuelve también al gran tema de Noé (¿existe otro tema, en realidad?) que es la soledad. No la soledad como contingencia, obviamente. No el tipo que abandonan, o la orfandad repentina, etc. La soledad como condición de la existencia, como programa trascendental a priori. Como condena ineludible, principio y fin de todo momento alegre en que nos olvidamos por un rato de la verdad. Esa soledad. Cuarto: que pensada como la verdadera cara del amor, o como la representación más fiel o más realista del amor, o del amor más realista, o cualquier pretensión del estilo, estaríamos ante una verdadera basura banal y pochoclera (estilo Blue Valentine, o Pecado original). Pero es completamente diferente considerada como un amor, particular e irrepetible. Una chispa vital, una forma específica de dar forma a un conjunto de cuerpos, y nada más que eso. Allí la película crece mucho. Quinto: que sobra una buena hora, y tal vez hora y media. Sexto: que, exceptuando el guascaso, el 3d está muy bien usado, con elegancia y sencillez. Apenas se siente, y ayuda a conseguir los efectos. Sexto: que la fotografía es increíble. La escena en el boliche swinger incluye una secuencia que termina con un plano simétrico: tres siluetas negras sobre fondo rojo observan algo que está más allá de ellos, y por lo tanto no se ve en pantalla. Esa imagen (si alguien la mira, por favor saque foto), esa secuencia entera pero sobre todo esa imagen, en el cine y con los 3d, era abrumadora. Pero toda la película funciona muy bien en ese sentido. Sexto: La banda sonora, que hubiera sido la mersada más grande en cualquier otra película con cualquier otro director, es en este film un acierto absoluto. Con el obvio ejemplo de "Is there anybody out there?" en el boliche, sobra para explicar lo que quiero decir.

Por último, la escena del botellazo en la cabeza me hizo bailar. No pude evitarlo. La combinación de danza, actuación y música que se acumula y enrolla sobre ese punto de celos hasta desembocar en el golpe es una pieza brillante. Podría ser un corto y sería bueno.

Una cosa más: en cualquier parte de la película se podría haber agregado esta, tal vez la más famosa de las frases de Noe:





Lo cual, una vez más, habla bien de él.

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