domingo, 4 de septiembre de 2016

[cinematógrafo] Tatami Galaxy, o la experiencia saturada de la diferencia mínima

The Tatami Galaxy (2010) es una serie animada de once episodios, dirigida por Masaaki Yuasa en base a la novela Cuatro tatamis y medio de Tomihiko Morimi
Hace algún tiempo, comenté entre amigos lo mucho que había disfrutado la extraña, violenta, sutil animación de "Food Chain", el séptimo episodio de la sexta temporada de la serie animada americana Adventure Time. Uno de mis amigos, Gonzalo Botindari, me señaló que no era casualidad  aquel virtuosismo, sino que se trataba del talento de un director invitado, el mentado Masaaki Yuasa. Así llego a Tatami Galaxy.

De inmediato se destaca una explosión sensorial que replica algo de la elasticidad y el color lisérgico y lo combina con una especie de oscuridad hiper-lúcida que podríamos infructuosamente tratar de denominar pesadillezco-pop. El diseño de los personajes es tan minimalista (muy pocas líneas, mucha toma monocolor) como expresionista, si se me permite. Especialmente en los personajes más monstruosos, como el diablillo Ozu, el sospechoso Sensei, o la decadente odontóloga.

Sin darle tiempo al espectador para reponerse de la fiesta visual, un segundo elemento complementa la experiencia: se trata de un caudal desbordado de información. A la bella combinación de fotomontaje, colores, formas y movimientos, se suma un bombardeo constante en forma de monólogo. Es imposible procesar todo al mismo tiempo. Tendremos que volver a ver esta serie. Con toda seguridad, la tendremos que ver infinitas veces.
Cuando alguien te recomienda una serie y te dice que se pone realmente buena a partir de tal episodio (¡o temporada!) en general lo que dice es que la serie es mala, pero que una vez generada la empatía narcisista de las identificaciones imaginarias, uno pasa a sufrir y gozar por los padecimientos y los placeres de los personajes. Con Tatami Galaxy intentaré tener cuidado, entonces, cuando escribo que no es posible entender de qué se trata la serie (por la propia estructura narrativa) hasta el tercer episodio. Sucede que hay una narración y una meta-narración y es necesario interpretar las dos al mismo tiempo.

Se juega una especie de metafísica de lo mínimo. Como en una sinfonía tradicional, Tatami Galaxy ejecuta variaciones sobre un mismo tema. En el ejercicio de la diferencia mínima, se despliega una narración que es, ella misma, muchas narraciones. Puede también imaginarse un esquema fractal que falla en cada revolución. En este universo agotar las posibilidades es obviamente imposible, pero formalmente necesario. En ese esfuerzo desesperado hay, incluso, metáforas de la serie sobre sí misma, tematizada, representada, ejecutada.



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