lunes, 19 de octubre de 2015

[feed] La dificultad de permanecer en la literalidad, y los alcances ¿metafísicos? de la lingüística



Sobre Deleuze, Gilles. Derrames. Entre el capitalismo y la esquizofrenia. Buenos Aires, Cactus, 2015.




Un Deleuze pedagógico, o tan pedagógico como puede serlo. Derrames es la nueva traducción de las desgrabaciones y apuntes tomados de los cursos dictados por Deleuze entre el '71 y el '79. O sea que el libro documenta un proceso, el desarrollo de un pensamiento entre El anti edipo (1972) y Mil mesetas (1980). Lo que hace brillante a Deleuze es lo mismo que lo hace denso, y por cierto, lo mismo que él dice en algún momento de Spinoza: que se prohibe toda lectura metafórica. Hay que tomar cada concepto de manera literal. Siempre que se dice "desterritorialización" hay que leer que algo se desmarca, se descodifica de alguna manera de los códigos de la tierra, cuando se dice "fuga" hay que comprender que algo huye por debajo, se sustrae, etc. Hay que leer así a Deleuze, y tener paciencia.

Más allá del índice y el orden de los capítulos, podemos distinguir tres o cuatro grandes partes. En la primera, se redefine al capitalismo (como una serie de relaciones de flujos diferenciales, del tipo dX/dY) y también al psicoanálisis (como una serie de enunciados que descodifica en primera instancia y edipiza en segunda) y luego los pliega uno sobre otro, de una manera fascinante: el psicoanálisis no es el pequeño capitalismo, el capitalismo no es el gran edipo, no hay analogía, no hay metáfora, no hay parecido. Literalmente, el psicoanálisis y el capitalismo son lo mismo. La hipótesis, atrevida, difícil de tragar, se desarrolla a lo largo de varios capítulos, y tomando diferentes corpus (la mitología, el psicoanálisis lacaniano y postlacaniano, las teorías de unos economistas contemporáneos a Deleuze, etc). Descodificación y axiomática. De toda esta sección, lo más complejo de entender son las diferencias que hacen a lo "diferencial" de los flujos en el capitalismo. El capital flujo de dinero (el salario, la capacidad de compra) sería algo radicalmente distinto al capital de la empresa, que es una serie de relaciones de inversión y compromiso con otras empresas. Tuve que leer muchas veces esa clase.

Luego hay una seguidilla de clases que siguen una pregunta propiamente foucaultiana (Deleuze reconoce este parentesco): ¿cómo se produce un enunciado? Pero en Deleuze esto es lo mismo que preguntarse ¿Qué es el inconsciente? En Foucault (por lo menos el Foucault más comprensible, el del Orden del discurso, el de la Historia de la sexualidad) el sujeto existe en el (y es el resultado del) discurso y las relaciones de poder que se manifiestan en (y mediante) este orden discursivo. Pero el Foucault que se pregunta qué hay más allá (o mejor: más acá) de ese orden, de ese sujeto, es muy hermético (El pensamiento del afuera, y algunos de los anexos de la historia de la locura, si no recuerdo mal, tratan el tema) y, en todo caso, esporádico. Deleuze va directamente a ese punto, por lo demás uno de nuestros puntos más ciegos como occidentales. Cartesianos hasta el sinsentido, pensar a contramano de la dualidad del sujeto es raro, difícil y hermoso.

A todo esto, nota aparte. En su momento hice algunos comentarios sobre las geniales hipótesis de Abamben en Infancia e Historia, y en particular sobre su lectura de Descartes a partir de las teorías de la enunciación. El movimiento propiamente cartesiano, el cógito mismo, el corazón de la idea de sujeto y por lo tanto de toda la modernidad, no es otra cosa que un desdoblamiento entre sujeto de la enunciación y sujeto del enunciado. Ahora bien, Infancia e Historia es de 1978. Derrames... retoma clases dictadas entre el 72' y el 79'. El tal desdoblamiento aparece en ambos, y no es posible reducirlo a "ambos leyeron a Benveniste", porque Benveniste difícilmente haya proyectado sus conceptos hasta semejantes alcances. En otras de sus formulaciones, Agamben ha sido explícito en sus deudas con Deleuze (cfr. "La inmanencia absoluta" y "la inmanencia: una vida") pero en esta oportunidad, creo, ambos autores se ignoran a pesar de estar diciendo la misma increíble, bellísima, brillante hipótesis de todo lo que salió mal en la modernidad. Tal vez algo así como eso que llaman espíritu de época. Tal vez la contemporaneidad más estricta. Imposible saber.

Retomo: esta segunda parte desemboca, como no puede ser de otro modo, en Spinoza. Pensar la individuación y el ser unívoco, los grados de potencia y la posibilidad de ser afectado, la existencia como latitud y longitud. Todas estas ideas están, obviamente, en el librito de Deleuze sobre Spinoza (Deleuze lee principalmente las cartas y la Ética de don Baruch).

Y finalmente una parte dedicada a la música que, sencillamente, me superó por todos lados. Uno se queda con una nube de conceptos pero no me atrevería a usarlos. 

 El libro termina abruptamente, como cada una de las clases. Y te deja con ganas de más, a pesar de no ser nada corto.

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