jueves, 18 de abril de 2013

de géneros, épocas, continuidades y excesos.


(sobre Quién mató a Mariano Ferreyra?)




primero, separemos las marcas de época. esos detalles a veces menores pero que pueden llegar hasta a determinar un género, como en este caso. Quién mató a Mariano Ferreyra? (2013) es el debut de los directores Julián Morcillo y Alejandro Rath, en el mundo de los largometrajes. y eligieron hacerlo con ese lamentable género  de moda (lo lamentable es que ya haya que considerarlo género) que llaman documental-ficción o docu-ficción. no nos extendamos sobre esto, baste decir que todo docu-ficción es, siempre, un relato dentro de otro relato (un ensayo dentro de un espectáculo), y esto tiene importantísimas consecuencias para la estructura del film, y para la/s tesis que defiende. el problema se puede resumir en: el espectáculo habla siempre, y sobre todo, del espectáculo, de manera que cualquier otra intención o función pasa a ser, con suerte, secundaria. sobre estas limitaciones estoy escribiendo un ensayo para la revista luthor así que no voy a insistir.

lo que propongo es que lo mejor que podemos hacer por esta película, entonces, es intentar ignorar sus marcas de época. quiero decir, tomar el documental introducido en la ficción, y olvidar los dos tercios de película restante. esto es, sobre todo, actuaciones, trama y guión. es cierto, lucía romano está muy fuerte y bruce willis no podría haber actuado mejor la escena final. me importa un piñeyro.

queda, entonces, el documental. que vamos a dividir entre 1) material de archivo (destacándose el audio de la entrevista de rojas a pedraza), 2) entrevistas y 3) el hilo narrativo que une las dos anteriores [1].

¿y la dramatización del enfrentamiento? ¿es documental o ficción? lamentablemente las dramatizaciones parecen ya un elemento aceptable del documental así que lo único que nos queda decir es que es una grasada epiléptica. dejémosla también afuera, aunque perdamos rigor, por camaradería.


potencias.

como documental, esta película tenía -en potencia- dos grandes fortalezas: una, la voz de caparrós[2], y dos, -ya en serio- es que tiene una buena tesis (por no decir: tiene razón[3]). el material de archivo está muy bien, hay alguno reconstruido, o recuperado, o de archivo propio tal vez, pero hay cosas que no salieron en la tele. sobre todo los audios de algunos videos (no imprescindibles pero interesantes). la película te deja con ganas de escuchar más de ese audio de pedraza, muy fuerte, y muy inteligentemente usado para la estrategia de la tesis. también te deja azorado por imaginar al ingeniero de sonido bajándole la calidad a las grabaciones de caparrós para insertarlas apócrifamente en lo que debe haber sido una escena grotesca y graciosísima. pero dije que iba a ignorar todo eso.

sobre los entrevistados: son de dos tipos. los que hacen una especie de retrato oral de mariano, y los que aparecen como peritos. de los primeros, nada que decir. me parece que están bien editados y presentados. y antes de ser duro el lector con esta puesta en escena un tanto dramática, recuerde los primeros siete capítulos de operación masacre. el problema es con el otro tipo de entrevistas. los peritos. el documental plantea una lectura política, social y económica, una estrategia de argumentación en espiral clásica que no está para nada mal. pero elige usar peritos para desarrollarla... ¡sin especificar quienes son! estamos hablando de interpretaciones socioeconómicas, no puede ser que pongan a un señor a hablar de la tercerización en la argentina neoliberal incumpliendo una de las más básicas normas de honestidad y seriedad intelectual como es exhibir las condiciones y el marco de enunciación. una leyenda, quiero decir. algunas coordenadas que referencien a quien habla ¡a menos que a alguien le parezca que ser un referente del partido obrero no sea un factor de importancia en la lectura de christian rath! ¡y cuánto más entendible sería el testimonio de josé luís garcía con un simple subtítulo que dijera "fue jefe de administración de personal y haberes en la UGOFE". en fin el punto más tambaleante es la aparición del propio diego rojas, tampoco presentado, quien muestra fotos y sigue dando su parte de la tesis del documental. la escena es graciosa, eso seguro. pero, en fin, esto es lo peor (y no es tan grave, me parece) para decir del documental propiamente dicho.

queda algo por decir sobre la interpelación walsheana: la voz narrativa recuerda el melancólico escepticismo del gran escritor. walsh sospechaba, o sabía, que sus investigaciones no iban a concluir con un juicio y una condena (al menos, no institucionales ¿no es cierto pedro eugenio?). el documental recupera la paralela -correctamente trazada por rojas- entre rosendo garcía y mariano ferreyra. pero luego extiende esa paralela hacia sí mismo (ay del espectáculo, ay de los que aún creen que pueden dominarlo), poniéndose a la altura de nada menos que rodolfo walsh... o un poco más arriba. "yo no rodolfo. yo quiero que la divulgación de esto sirva para meterlos presos a todos". la infeliz comparación surge del olvido, sutil como un elefante con diarrea, de que las investigaciones que walsh lleva adelante son desconocidas para el público, negadas por las autoridades, desconocidas por los medios; y que eran perseguidos quienes quisieran insistir en ellas. al gallego, al payaso, a pedraza y al mismísimo tomada yo los vi asociados al crimen en los medios más importantes, leídos y vistos del país. operación masacre era re-editada una y otra vez, y los responsables de la masacre de josé león suarez siguieron haciendo carrera. ¡y qué carrera! ese es el límite del paralelismo, y olvidarlo desluce -mucho- una buena tesis, bien defendida. no sé si semejante tontería fue obra de rojas o del guionista del documental, en fin. al compañero que haya sido: ¡un poco de moderación!


conclusión: teniendo una buena tesis, buen material de archivo y buenos entrevistados, se perdieron la oportunidad de hacer un buen documental de 30, máximo 40 minutos, para hacer una hora y media de eso que ni si quiera encaré en esta reseña por... llamémoslo solidaridad con la causa, si me permiten no decir cuál causa.

j.
18/4/13




[1]que no es el hilo narrativo de esa pedorra historia de un periodista goma con la hija que le recuerda sus principios mientras pelea contra el capitalismo editorial, sino la forma en que el documental interpreta ese material y esas entrevistas. mayormente, este crédito es de rojas, ya que buena parte de esta interpretación es textual la del libro.
[2] ¿será porque me mueve algún hilo de niñez, cuando allá por los noventa, me iba quedando dormido mientras mi viejo veía al gordo los domingos, que siempre le hablaba a caparrós que, a su vez, contaba algún macabro detalle desde atrás de los decorados? ¿se acuerdan de eso? ¿caparrós siempre parado, con los brazos cruzados o sosteniendo papeles, explicándole al gordo que tal tránsfuga era dueño de tal cosa, o que tal día se había visto a cuál otro almorzando con tal cual?
[3] por supuesto, esto lo pueden discutir: por derecha los más irredentos gorilas que duerman tranquilos llamándose kirchneristas, por izquierda los más psicóticos marcianos que no distinguen entre tesis, estrategia y su propio culo (¿estética? ja, ja). el favor que a ellos les hacemos es, también, ignorarlos.

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