lunes, 12 de agosto de 2019

[feed] Un héroe de su tiempo. Sobre ¡Alucina! de Pauline Butcher, traducido por Manuel de la Fuente


Butcher, Pauline (2016 [2011]) ¡Alucina! Mi vida con Frank Zappa (Trad. Manuel de la Fuente y Vicente Forés). Barcelona, Malpaso

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Ya pasó el tiempo en que reunía anualmente veinte o treinta amigos en la terraza para comer asado y salvar al mundo. En alguno de esos mitines estuvo Manuel de visita académica por Buenos Aires. Esta memoria fue traducida por él, que también es el autor de Frank Zappa en el infierno. El rock como movilización para la disidencia política (2006, Ed. Biblioteca Nueva). Entiendo que se trataba de un ensayo para interpretar la obra de Zappa en clave social y política recuperando el contexto histórico y cultural de los 40 años de actividad que tuvo el músico estadounidense.

Para nosotros rioplatenes es muy difícil aceptar este gesto ibérico de traducir absolutamente todo o casi todo[0]. El caso del título es representativo: sencillamente no hay forma de traducir la expresión Freak Out! y mucho menos todo lo que denota y connota dentro del universo Zappa. Aceptada esta premisa, y hasta donde me parece lícito opinar, la traducción es correcta, limpia, ágil.

Pauline Butcher convivió literalmente con Zappa entre el 68' y el 72'. Frank la conoció en Londres, donde estaba de gira, y la contrató como secretaria. Al que no conozca a Zappa puede resultarle extraño que un guitarrista rockero contrate una secretaria o que la lleve a vivir a su casa. Pero el viejo era excepcional en muchos sentidos. Trataba a sus músicos como empleados (tenían un salario fijo y más de una vez renovó el personal, por así decirlo, cuando no le gustó cómo se comportaban), llevaba su banda como una PyME, tenía un contador y constantemente consideraba proyectos diversos para esta especie de empresa que manejaba: films, discos, presentaciones con filarmónicas y escritura de ensayos y libros. Para esto último contrató a Pauline, aunque luego terminó siendo una secretaria general. Por esos días, Zappa ¡con treinta años! calculaba los costos de mover a su tropa hasta el viejo continente para filmar 200 Motels y de paso hacer algunas presentaciones junto a la filarmónica para recuperar parte de los gastos de traslado y producción.

En cuanto a a convivencia: Pauline fue contratada en la última época hippie de estilo de vida comunitaria de Frank. Alquilaba una cabaña en la que vivía con su pareja, su hija, músicos y amigos, gente que pasaba a saludar, fans, las GTO (una de ellas, Pamela des Barres, fue niñera de los hijos de Zappa) y, ocasionalmente, algún trastornado que les daba un susto a todos. Por esos años Zappa y su pareja Gail se hartaron de tal descontrol y se mudaron a una pequeña mansión. La diferencia entre él y sus músicos pasó a ser patente en muchos sentidos.

El relato es divertido e íntimo, lleno de detalles personales. Creo, incluso, que puede ser una crónica interesante para cualquier lector, aunque desconozca por completo a Zappa. Anécdotas increíbles de una época extraordinaria, con esporádicas apariciones de personajes de la medida de B.B. King y Mick Jagger, pasando por unos jovencísimos Alice Cooper y Eric Clapton, a quienes frecuentemente Pauline (una británica ajena al mundo del rock) era introducida y saludaba sin conocer.

Y el mayor valor probablemente radique en la impunidad con la que recuerda Pauline. ¡Alucina!... fue publicado en 2011, cuando Butcher tenía más de sesenta años y Frank llevaba más de quince muerto. Tal vez por eso el retrato sin mayores remilgos, muestre a un héroe... de su tiempo. Pauline lo recuerda con admiración, como un animal de trabajo, brillante, formado, autodidacta, ambicioso, incansable. aún cuando "apenas pisaba el mundo real, sólo para conceder entrevistas o salir en algún programa de televisión." (117) Afirma que "Daban ganas de proclamar que no era un colgado y que entre aquellos ropajes y detrás de esos pelos había una persona inteligente, sensata e incluso conservadora" (107). Y, al mismo tiempo, recuerda con frialdad algunas de las contradicciones, sobre todo respecto de la liberación sexual que en tantos casos fue, como mínimo, desequilibrada. En algún momento Gail le cuenta a Pauline una escena de celos de un hombre muy posesivo y en otro la misma Pauline observa que "A ella [a Gail] no le dijo que hiciera topless porque no era lo mismo: a su esposa le prohibía la misma libertad sexual que les exigía a las demás." (207-8). En algunas cosas, Zappa era un tradicional hijo de italianos, y Gail era la madre de sus hijos.

Y más: Butcher cuenta que Zappa intentó tener sexo con ella más de una vez, y también que en alguna otra oportunidad le dijo que su relación laboral era absolutamente independiente de esos avances y que su trabajo nunca corrió peligro al rechazarlo. Hoy llamamos a eso abuso y no hay mucho que discutir. A finales de los años sesenta y desde la inevitable ingenuidad que caracteriza a cualquier liberal (ya que se imaginan fuera de la historia), Zappa seguramente se consideraba más allá de los tabúes y de la moralina al rededor del sexo.

A veces pienso que hubiera sido interesante verlo enfrentar los debates de nuestra época (tendría 78 años hoy). Hasta su muerte estuvo a la altura de los suyos.


[0] Después de leer esta reseña, Manuel me comentó que en realidad coincidía conmigo, y que la traducción del título fue decisión del editor.

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