Habiendo reseñado brevemente algunos aspectos que me habían interesado en Alias y The Pulse (un bello y prolijo policial negro organizado en cinco arcos argumentales y una prometedora y en buena medida desperdiciada historia de periodistas y espectáculo) agrego dos palabras sobre la serie de televisión basada en estas historietas: Jessica Jones, [Marvel/NETFLIX - Temporada 1] (Melissa Rosenberg, 2015).
Jessica Jones es un thriller[0] articulado según el esquema del melodrama: su lógica es la del aplazamiento permanente de la revelación (o mejor: de la develación, del corrimiento de un velo) de una identidad. Es fundamental comprender que este aplazamiento responde siempre a razones morales y que, fatalmente, será exacerbado por el malentendido y/o la mentira [1]. Respecto de la oscuridad de las ilustraciones que ambientaban y dialogaban con las historias en el cómic, nos encontramos con que ha sido parcialmente emulada, y parcialmente compensada con amagues de gore y escenas de ¿terror?[0].
Lo primero que se echa de menos es todo aquello que los guionistas de Marvel y Netflix no se pueden ni si quiera nombrar por cuestiones de copyright. En consecuencia, la relación con Cage se bidimensionaliza (Ant-man desaparece). Si la abogada lesbiana (que será siempre Trinity) es un pobre reemplazo de Matt Murdock[2], Trish es una variante entretenida de Carol d'Anvers Finalmente, y por motivos que me superan, eligieron hacer a Malcom negro, viejo y drogadicto.
Por otro lado, al mismo tiempo, y por los mismos motivos que se constituye el thriller melodramático, se pierden los rasgos de policial (negro). Por ejemplo, la incorruptible ética protestante del trabajador que tenía Philip Marlowe, que se negaba a cobrar más (o menos) de sus estipulados dólares por hora de trabajo[3]. A lo largo de la serie Jessica no resuelve casos, sólo persigue y engaña a quienes, por principio, ya se sabe culpables. Es decir que se maneja según el régimen de culpabilidad previa: el de La ley y el orden, el del fascismo de la televisión tantas veces transitado (ya todo esto lo sabemos, ya es aburrido). La única investigación real que vemos, la lleva a cabo sencillamente porque a la protagonista la excita espiar a quién se coje el investigado. Nadie la encarga y, desde luego, nadie le paga.
Escribí "por otro lado y al mismo tiempo". Es decir: por los mismos mismos motivos. La decisión de las autoridades en este caso fue eliminar todo lo que tenía que ver con el trabajo de Jessica (y por lo tanto con la estructura narrativa que definía el cómic) y reemplazarlo por un sólo y extenso caso. Aquel que Jessica "resuelve"[4] en los últimos cuatro números en el cómic. ¿Es por esta decisión de contenido que transformaron (¿intencionalmente?) un policial en un melodrama? ¿o será al revés? Supongo que es imposible responder esto. Acaso todo coincide armoniosamente en un mismo movimiento, al que algún cráneo no dudará en llamar "adaptación".
El trabajo de los actores sobrevive, sin embargo, y se destaca por encima de estas particularidades (por lo menos en las escenas que no son inactuables[5]). Todo lo relacionado con las técnicas y la reproductibilidad (fotografía, escenografía) está pulido y llevado a cabo con la prolijidad y belleza que caracteriza el fetichismo yankee.
En fin, como suele suceder con toda historia maniquea, solamente produce empatía el malo (así salvaba Heath Ledger las películas de Nolan). Todos los demás personajes son o parecen cretinos, fascistas, o ambas cosas. Juré no mirar la segunda temporada si Jessica no atrapaba y/o asesinaba a Killgrave en el último capítulo.
[0] Algunos de mis más perversos amigos insisten en que me ponga más estricto con el uso de las categorías de género. Luego de darle algunas vueltas, creo que una estructura argumental sostenida por el suspenso, sumada a "muchos tiros, persecuciones, una bomba a punto de explotar, en realidad siempre estuviste tú detrás de todo!" es un conjunto de elementos bastante apropiado para describir Jessica Jones. Para mayores precisiones, me enviaron a leer esto. Recordando, en todo caso, aquello que uno debe siempre pedir de cualquier uso de cualquier concepto de género. Es decir, una respuesta a la siguiente pregunta ¿en qué sentido me sirve la idea de trhiller, melodrama, o historia de superhéroes? ¿qué gano con decir que algo es un cuento de terror (en lugar de decir "un cuento con tales características")? En general me da la impresión de que toda indicación de género sirve únicamente en la medida en que ese género ya no es posible, o está cayendo, o nos muestra sus umbrales, los bordes en los que esa categoría se deshace. Bueno, también sirve para quedar como un experto, un neófito, o un snob.
Por otro lado, para todo el que quisiera internarse en los laberintos de los géneros, es de lectura obligatoria el Cómo se lee de Daniel Link.
[1] Veamos un ejemplo:
Identidad velada: "yo soy la asesina de tu esposa" / (identidad velada alternativa: "en realidad no soy la asesina de tu esposa").
Aplazamiento de la develación: una media docena de episodios / segundo aplazamiento: dos o tres episodios (los que tarda en hacer el razonamiento Luke).
Motivos del aplazamiento de la develación: "tengo vergüenza de ser asesina" (motivo moral) / vos y yo tuvimos sexo y entonces yo parecería una sádica (malentendido que extiende el aplazamiento)
Final del aplazamiento: "me veo obligada a confesártelo"
Motivo de la confesión: para que no mates a otro (motivo moral) a quien erróneamente creés el asesino (mentira/malentendido que cancela el aplazamiento)
Primer resultado de la confesión: comprendés que yo soy la asesina (A = B) y te enojás conmigo. Segundo resultado de la confesión: comprendés que en realidad no soy la asesina (A =/= C, identidad velada alternativa) y me perdonás. Pues a esta altura ya es indistinguible si fui o no fui sádica, si mentí o no mentí, etc. En todo caso no tiene importancia, porque con el fin del aplazamiento termina el argumento (se agota la trama).
Fin del aplazamiento: fin de la historia.
El ejemplo elegido tiene la ventaja de ser el más completo (su lógica atraviesa y sostiene la serie completa y le provee el sentido) pero podríamos elegir dentro de una gama bastante extensa de identidades veladas: "yo soy una persona con poderes", "yo soy el que descuartizó el cadáver de tu hermano", "tu hermano es un muerto", "él es el culpable de mi personalidad", "él es mi secuestrador", "yo soy la hijastra de ella", "yo soy un policía metido en un grupo experimental clandestino del gobierno", "yo soy un violento con problemas de ego", "yo soy un fanático de la justicia" etc, etc, etc). La suma imaginaria de estos enigmas constituye la totalidad de la temporada.
[2] la relación contradictoria de Jessica con Matt como figura de admiración y rechazo, de lo que ella desea y teme ser, de la autoridad moral y física como algo despreciable y al mismo tiempo fascinante, todo eso, reemplazado por una especie de rabieta adolescente contra una figura paterna (mamá y su novia).
[3] y por cierto: ¿de qué vive la Jessica Jones de Rosenberg? ¿Se ve, en algún momento, a alguien pagarle por sus trabajos? Ciertamente no pueden haberlo hecho los padres de Hope, ni mucho menos Luke al final del trabajito que le encarga. Explícitamente Trinity no llega a pagarle la apretada. ¿Cómo paga Jessica todo ese whisky?
[4] Y en esas comillas, quiero creer, está todo dicho: nadie en sus cabales se enfrentaría a Killgrave. La imposibilidad de explicar cómo y porqué enfrentar a un poder así, sin ser un completo imbécil o un suicida, es la responsable de las peores falencias del guión. Resta (pero sobra) anotar que en el cómic Jessica jamás intenta seguir ni atrapar a Killgrave, que por su parte tampoco está obsesionado ni mucho menos enamorado de ella, y que sencillamente la va a buscar para aprovecharse de sus habilidades. Nada más y nada menos que lo razonable (en lugar del mal, del amor y de la locura: el interés, el deseo, el placer y el poder).
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