jueves, 2 de agosto de 2018

[feed] Infante futuro. Sobre El juego de Ender, de Orson Scott Card


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Scott Card, Orson (2006 [1977]) El juego de Ender. Buenos Aires, Zeta

Primera y más célebre parte de una saga conocida con el nombre del protagonista, Ender.

Lo más bello de estas historias siempre son los viejos futuros. Los futuros envejecidos, como el de Neuromancer, que comenté hace poco sin reseñar, no sé por qué. Ciertamente daba para pensar y discutir.

De paso la comparación me sirve porque en Neuromancer la intuición de Gibson da unas pinceladas muy acertadas sobre lo que finalmente terminaría siendo la red. Sería justo recordar que hay siete años de diferencia (que tampoco es demasiado). La idea de la red que aparece en El juego de Ender es una especie de campo intelectual (alla Bourdieu) virtual. Una especie de gran foro (no imageboard, no me refiero a la plataforma sino al concepto) de ensayos con audiencia y columnas, con intelectuales, humanismo y opinión pública y todas esas cosas que desaparecieron a finales de los años noventa sin dejar más que ruinas y ecos. Sobre la base de esa imaginación sartreana configura argumentos Scott Card[1]. Al final uno de los personajes se pregunta si será juzgado por sus crímenes y se responde: "estaré indemne hasta que entren en escena los historiadores, dentro de unos treinta años" (343) ¡treinta años! como si las velocidades y los tiempos en el futuro no se aceleraran, sino todo lo contrario.

Bien, Ender, entonces: un niño que crecerá de los seis a los diez u once años durante la novela en una distopía marmotoide ultralego superlolazo. Perdón. Quiero decir que no está muy trabajada. O bien, me he mimado demasiado leyendo bestias como Stanley Robinson y ahora autores así me producen una sensación de, digamos, laziness. En definitiva, el futuro es una excusa para poder poner esta historia en el espacio, pero de futuro, nada.

Es un niño y eso es importante, porque la novela tiene mucho de adolescente cuando no directamente infantil. Y no me refiero a infantil en el sentido de que evoca y provoca nuestros deseos y proyecciones pueriles (que es lo que busca cualquier variedad editorial o cinematográfica partícipe de las industrias culturales), sino que el argumento, los problemas, la comprensión de esos problemas y sus soluciones tienden a ser infantiles. Si hubiera que sugerir cuál es el tema del juego de Ender, se podría proponer: el bullying infantil. N i sexual ni racial ni político: infantil. El del episodio de The Simpsons en que Bart se enfrenta a Nelson con un ejército de globos de agua, ese es el tono "El enemigo no son las otras escuadras. El enemigo son los profesores" (128) o aún más obvio: "el enemigo son los adultos" (100). Habrá que agradecer que no diga que el enemigo son los padres. Aunque revisando subrayados encuentro en una de las paranoides charlas en off de los que mueven las cosas desde las sombras, este intercambio:

-Tiene razón. Sería terrible que creyera que tiene algún amigo.
-Puede tener amigos. Lo que no puede tener es padres. (52)

En la página 290 nos enteramos que Ender está aislado de sus compañeros, que están en plena adolescencia. Pero ¿en qué sentido eso puede ser considerado una adolescencia? Niños hipermaduros y des-sexualizados. Fantasías esterilizadas de una época fría, puritana o nostálgica.

Ender es un niño superdotado, hermano de dos superdotados, en un mundo futuro en el que la humanidad ha repelido invasiones extraterrestres a grandes costos y está buscando la forma de prepararse para la siguiente. Por eso construyen estaciones espaciales de entrenamiento para generar líderes-generales-genios-bélicos que salven esa batalla de chances míseras contra civilizaciones más avanzadas. Ender es un candidato, su hermana menor y su hermano mayor ya han sido dados de baja por ser demasiadx bondadosa y malvado, respectivamente. En fin.

Las ideas de Ender, a pesar de su edad (es más joven que todos los cadetes) revolucionan todos los sistemas educativos y pronto se vuelve líder de escuadra y general de (inserte rango cosmo-militar-ish). Sobre el final, dramáticos y tal vez previsibles descubrimientos dan una vuelta de tuerca a toda la historia. Que suma, en todo caso, pero que no llega a dar coherencia. Porque tanto en la explicación de las mencionadas "ideas", como en la descripción (o falta de) de la sociedad futura, se siente la mencionada laziness de Scott Card. Son tan sonsas estas ideas revolucionarias que es difícil leer la historia sin sentir que te toman el pelo (o que está pensado para niños). Es tan ridículo el éxito de Ender, le falta tanto matiz, como insulsa es la teoría general de su práctica militar. Una especie de metáfora liberal-meritocrática muy superficial, Ender gana siempre porque sabe...

"Confiar en que sus compañeros de armas lucharían mucho y bien; confiar en que sus jefes les utilizarían en vez de malgastar sus esfuerzos; y por encima de todo, confiar en que Ender les prepararía para todas y cada una de las situaciones que pudieran sobrevenir" (231)

Tal vez haya sido leída como crítica a los valores deshumanizados de una época. Tiene sentido, es coherente con la imaginación que aparece.

Una curiosidad: la novela se extiende innecesariamente. y casi como si Scott Card se hubiera dado cuenta, sobre el final la hermana del protagonista está escribiendo un libro sobre su propia historia (o sea un doble del libro que lee el lector de esta novela). Ender le indica entonces: "Llega hasta el día en que ganamos la batalla final. Párate ahí. Lo que he hecho desde entonces no merece la pena ser contado." (350) Tiene razón Ender, aunque su hermana (y Scott Card) no hagan caso.


[1] Sobre esta loca "internet" pps. 154 en adelante comienza esa parte protagonizada por Valentine y Peter. es bastante obvio que las secuelas saldrán de esta dimensión de la historia)

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