descubre que el último partido de los domingos se estira indefinidamente. si corre treinta metros con la pelota controlada, se imagina bueno.
vuelve oyendo en la radio un programa sobre música negra en estados unidos. aprende nombres e historias que ya ha olvidado el lunes a la madrugada.
le fascina entrar y salir, impermeable, de universos inabarcables y en expansión, como el de los cómics o el del blues, gospel y jazz. salir de un universo lo vuelve, digamos, más él mismo. es una fascinación perversa. placentera, apenas dolorosa. como todas.
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