viernes, 21 de febrero de 2020

[feed] fuera de juego. Sobre La invasión de Ricardo Piglia



En una serie de entradas, copiaré a continuación las reseñas que escribí a lo largo de tres años, entre 2016 y 2019, sobre Los Diarios de Emilio Renzi con algun extra. Vale tal vez la aclaración de que Piglia murió cuando aún no había sido publicado el tercer tomo.

I - Años de formación
Ib - La Invasión
II - Los años felices
III - Un día en la vida


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Piglia, Ricardo (2014 [1967]) La Invasión. Buenos Aires, Debolsillo.

Era inevitable, luego de leer el primer tomo de Los Diarios de Emilio Renzi, encarar este, su primer libro de cuentos, cuyos argumentos y tramas vi surgir, discutir, y reconsiderar en aquel. En la edición Debolsillo se incluye, además de los cuentos correspondientes a la publicación original, dos más: "El joyero" y "Un pez en el hielo".

Se trata de la consumación de todas esas ideas que Renzi desbroza en los diarios, desde sus 17 hasta sus 27 años. Estos cuentos le valieron a Piglia la apreciación y atención de consagradxs como Beatriz Guido, de sus pares como Miguel Briante, y de sus colegas y profesores. Piglia se sumó, aunque a su manera oblicua, a una suerte de nueva generación de escritores, que debatían sobre la literatura cosmopolita frente a lo telúrico nacional, pero que en el fondo parecían condenados a imitar a Borges (le copian hasta la forma de escupir, escribe Renzi, y el que tenga memoria recordará que esa mismísima frase sale de "Hombre de la esquina rosada...") o a Faulkner. Los cuentos de Piglia son el intento de esquivar todas esas elecciones, busca sus referentes más atrás: el primer Hemingway, Scott Fitzgerald, Kerouak, Pavese. No se deja arrastrar por los debates de moda, que son con bastante evidencia, aunque nadie lo dice, la reacción culposa de la intelligentzia argentina que se permitió gorilear diez años y recién comienza a comprender las terribles consecuencias del antiperonismo reinante.

Piglia nunca fue gorila, no siente culpa, escribe desde otro lado. El semiologema de la invasión, tan urgente, tan brotado en Rozenmacher, Eloy Martínez o Cortázar, funciona apenas como excusa en Piglia. Todo pasa por el narrador, y el narrador que Piglia busca es lacónico, abstraído, ausente de juicio sobre sus personajes. De manera que lo que sucede entre Renzi y los morochos en el cuento "La invasión" es apenas legible desde el sencillo expediente de sobreimprimirle un paralelismo histórico político. Lo mismo sucede con "Mata-Hari 55", tan celebrado (no entiendo por qué) y con "Desagravio".

Si bien el volumen arranca con un cuento muy prolijo como "El joyero", la habilidad de Piglia como narrador se siente recién al quinto cuento, "Las actas del juicio". Sin embargo, se trata todavía de un juego de sombras con el viejo Borges. El momento en que te das cuenta que esto no es ni Borges, ni Walsh, sino algo nuevo, es en la metralleta que constituye el corazón del libro: "La invasión", "Una luz que se iba", "Mi amigo", "La honda", "En el terraplén" y el perfecto "Desagravio". En esos cuentos se consigue la relación entre saberes y deseos, entre acciones y omisiones, y entre tensiones político históricas y literarias que nadie podía escribir aún, por estar atrapados en acaloradas disputas más o menos afectivas sobre lo que hay que narrar, y lo que hay que vivir.

noviembre, 2016

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